Los agricultores españoles se aferran a la tecnología ante la escasez de agua
Los agricultores españoles se aferran a la tecnología para mejorar el uso del agua ante su escasez en tiempos de sequía, que obliga además a acometer obras de infraestructuras y llevar a cabo una buena planificación.
Este miércoles se celebra el Día Mundial del Agua y coincide con un momento de falta de lluvias en Europa que hace prever una sequía como la del verano de 2022. En España, los embalses están actualmente al 51,7% de su capacidad, aunque ese porcentaje es apenas del 25,8% en el Guadalquivir y del 29,2% en las cuencas del interior de Cataluña.
“En algunas cuencas la situación es incluso peor que la del año pasado. En principio, la dotación máxima por hectárea es de 700 metros cúbicos, pero para quienes tenían una dotación normal de 6.000 metros cúbicos es un riego ruinoso”, afirma el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo.
Con la incertidumbre que supone el cambio climático, los agricultores corren el riesgo de ver reducidos su productividad y sus ingresos, lo que dificulta la instalación de nuevos sistemas de riego, según el representante de los regantes. Su receta se resume en la modernización de los regadíos y aplicar la biotecnología para lograr cultivos más resistentes y con menos requerimientos de agua y tratamientos.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha presupuestado cerca de 600 millones de euros para la modernización de los regadíos hasta 2026, pero si a esos fondos europeos se suman otros como los del Perte agroalimentario o las aportaciones de las comunidades de regantes, la cifra asciende a 2.130 millones entre 2021 y 2027.
Menor gasto de agua
El riego por goteo en las explotaciones ha permitido, por ejemplo, a los productores de limón aumentar la productividad en un 274% en los últimos treinta años, además de disminuir su huella hídrica casi un 40%, situándola en 271 metros cúbicos por tonelada, según la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo (Ailimpo).
Su responsable de Sostenibilidad, Antonio Hernández, asegura que, al utilizar exclusivamente el agua que la planta necesita, han podido reducir el uso de agua y así son capaces de obtener más producción por hectárea. En su opinión, conocer las necesidades hídricas del cultivo y mejorar su manejo tanto en cuestiones de riego como de fertilización han influido en la disminución de la huella hídrica. Ailimpo defiende que el limón europeo producido en España se ha posicionado como la fruta con menor huella hídrica entre todas las producidas en el país, al necesitar menos de un tercio del agua que requieren otras.
En el campo de Cartagena (Murcia), los agricultores controlan por teléfono móvil la aplicación de nutrientes y el riego por goteo. “Somos el ‘Silicon Valley’ de la agricultura en España y garantía de soberanía alimentaria porque, cada gota de agua, nosotros la devolvemos en forma de alimentos a España y Europa”, apunta la directora de la fundación Ingenio, Natalia Corbalán, que representa a un 85% de los productores de la zona.
Algunos cultivos que consumían mucha agua como la alcachofa están en retroceso en una región en la que predominan las hortalizas y frutas como los cítricos, aunque preocupa el impacto que pueda tener el recorte del agua trasvasada del río Tajo al Segura.
La lucha por el agua
El pasado enero, el Consejo de Ministros aprobó doce nuevos planes hidrológicos, entre ellos el del Tajo, que busca garantizar su caudal ecológico, una decisión contra la que han anunciado medidas judiciales los gobiernos de Murcia, Andalucía y Comunidad Valenciana por el daño que prevén para su agricultura.
Corbalán explica que con el recorte “injustificado” del trasvase apenas recibirán 30 hectómetros cúbicos de agua, frente a los 122 que tiene de dotación la comunidad de regantes del campo de Cartagena, y calcula pérdidas patrimoniales por valor de 5.700 millones de euros. Niega que el agua desalada, que es más cara, pueda ser un sustituto y reclama más infraestructuras de depuración en la cabecera del río Jarama, afluente del Tajo.
En Castilla-La Mancha, el portavoz de la Comisión del Agua de Cooperativas Agro-alimentarias de la región, Julio Bacete, recuerda que la mayor dotación del Tajo irá destinada a ampliar su caudal pero no a ningún regadío. También allí los agricultores sufrieron el año pasado los efectos de la sequía con una menor producción y este año la historia amenaza con repetirse, por lo que Bacete llama a estudiar en profundidad el potencial que tienen las aguas subterráneas para hacer frente a la escasez de agua.
“Tenemos unas reservas que no conocemos. Los acuíferos se regeneran cada vez que llueve, pero no sabemos el agua que ahora tienen”, apunta el portavoz de las cooperativas, para quien la ecología no debería estar “reñida” con la producción agraria.
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